“Supongamos que tengo cuatro naranjas y me como una, ¿cuántas me quedan?”, pregunta el profesor Jirafales. “Ninguna, porque las naranjas son de suposición”, responde el Chavo. Las lecciones de economía del Chavo del Ocho ilustran mejor que nada los excesos de ese oscuro objeto del deseo llamado capitalismo financiero, apenas mejor reglamentado que un vulgar casino fronterizo. El hombre de la bolsa parisino Jérome Kerviel, sacrificado y devoto en sus funciones cual carne de cañón del sistema bancario, es hoy el principal apuntado en el asunto de desfalco a la Societé Générale, gracias a sus talentos para disimular pérdidas colosales con transacciones —como diría el Chavo—, “de suposición”.
En una semana, Jérome Kerviel pasó de típico hombrecito oscuro y gris a ser el actor que ha alcanzado gloria y fama mundiales. En la red han brotado blogs, clubs de fans, comités de apoyo para una posible candidatura al premio Nobel de Economía, muchachas que dicen que Jérome Kerviel las hizo madres y hasta solteronas que venden camisetas con la leyenda “Jérome Kerviel’s girlfirend". Algunos lo llaman el Bin Laden de la Bolsa, o Che Guevara de la ricos para determinar su antipatía o amor a este personaje.
Ahora bien, todo el mundo opina pero muy pocos conocen la amplitud de lo sucedido. Cinco mil millones de euros de perjuicio para la Societé Générale, representan, según el periódico Libération: “un año de ayuda para el continente africano, 107.267 relojes Patek Philippe como el que le regaló Carla Bruni a Nicolás Sarkozy, o bien 36 millones de lentes Ray Ban Aviator, los favoritos del presidente”.
En su primera audiencia ante el juez, Jérome Kerviel asumió todo el peso de la catástrofe. “Actuó solo, actuó solo”, no deja de repetir el presidente de la Societé Générale. Jérome Kerviel precisó ante el juez que no sólo era imposible que sus superiores jerárquicos ignoraran sus movidas.
Para agregarle más condimento al caso, los investigadores de la policía encontraron en el domicilio de Kerviel, en un suburbio paquete de Paris, un ejemplar de la revista Investir con el siguiente titular: “Cómo enriquecerse en el 2008». Por si fuera poco, también encontraron un paquete de cigarros Monte-Cristo (cubanos) y ¡oh, crimen supremo, un Corán con su respectiva traducción al francés!
Como todos los grandes capitalistas de este mundo, los de la Societé Générale son unos llorones: no paran un minuto en cantar loas y alabanzas a la economía de mercado; pero a la hora de la adversidad, aplíquense sus estrictas leyes a los otros.
Ahora sólo es cuestión de tiempo para que surja un fondo de rescate destinado a defender los intereses de un “sector vital” para el buen funcionamiento de la economía francesa.
En una semana, Jérome Kerviel pasó de típico hombrecito oscuro y gris a ser el actor que ha alcanzado gloria y fama mundiales. En la red han brotado blogs, clubs de fans, comités de apoyo para una posible candidatura al premio Nobel de Economía, muchachas que dicen que Jérome Kerviel las hizo madres y hasta solteronas que venden camisetas con la leyenda “Jérome Kerviel’s girlfirend". Algunos lo llaman el Bin Laden de la Bolsa, o Che Guevara de la ricos para determinar su antipatía o amor a este personaje.
Ahora bien, todo el mundo opina pero muy pocos conocen la amplitud de lo sucedido. Cinco mil millones de euros de perjuicio para la Societé Générale, representan, según el periódico Libération: “un año de ayuda para el continente africano, 107.267 relojes Patek Philippe como el que le regaló Carla Bruni a Nicolás Sarkozy, o bien 36 millones de lentes Ray Ban Aviator, los favoritos del presidente”.
En su primera audiencia ante el juez, Jérome Kerviel asumió todo el peso de la catástrofe. “Actuó solo, actuó solo”, no deja de repetir el presidente de la Societé Générale. Jérome Kerviel precisó ante el juez que no sólo era imposible que sus superiores jerárquicos ignoraran sus movidas.
Para agregarle más condimento al caso, los investigadores de la policía encontraron en el domicilio de Kerviel, en un suburbio paquete de Paris, un ejemplar de la revista Investir con el siguiente titular: “Cómo enriquecerse en el 2008». Por si fuera poco, también encontraron un paquete de cigarros Monte-Cristo (cubanos) y ¡oh, crimen supremo, un Corán con su respectiva traducción al francés!
Como todos los grandes capitalistas de este mundo, los de la Societé Générale son unos llorones: no paran un minuto en cantar loas y alabanzas a la economía de mercado; pero a la hora de la adversidad, aplíquense sus estrictas leyes a los otros.
Ahora sólo es cuestión de tiempo para que surja un fondo de rescate destinado a defender los intereses de un “sector vital” para el buen funcionamiento de la economía francesa.
1 comentario:
La primera impresión que me dio el caso Societe Generale fue el de sospechar de una SOCIEDAD entre el supuesto defraudador y los dueños del banco. O incluso que podían haber inflado la suma de la estafa...
Las sospechas se incrementan viendo la COYUNTURA que viven los bancos. El CITIBANK anunciando pérdidas astronómicas, el Northern Rock de Inglaterra a punto de ser estatizado (o al menos vendido con garantias de la corona británica), las contrataciones de Tony Blair y Rodrigo de Rato, etc. etc. etc.
En fin, pareciera que la crisis hipotecaria está calando hondo en la banca y no seria de extrañar que acudan a maniobras fraudulentas para no pagar lo que deben...
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