sábado, 15 de marzo de 2008

OLOT

Olot es una pintoresca ciudad gironina de poco mas de 30 mil habitantes. Uno de ellos acaba de hacer una propuesta cuanto menos curiosa. Este olotino que, por razones obvias como se verá, prefiere mantener el anonimato, lanzo un ordago a todos sus vecinos ofreciendo 500 euros al que demuestre con pruebas irrefutables (y legales) que los servicios sociales municipales priorizan en sus ayudas a los inmigrantes antes que a los locales. Con la llegada cada vez mas numerosa de personas provenientes de países del mal llamado tercer mundo (hasta que no se demuestre lo contrario, el mundo es uno solo y, atiendan, no es plano), también ha llegado la xenofobia. En realidad no es que no la hubiera antes pero era, por ejemplo, entre catalanes y madrileños o andaluces o lo que fuera pero no hacia extranjeros. Pues como es sabido, España hasta no hace tantos años, era un país generador de emigrantes que tenían que buscarse las "garrofas" en Francia, Alemania o Latinoamérica. A pesar de este pasado tan cercano, el racismo caló hondo en muchas capas de la sociedad ibérica y, en particular, en amplios sectores de las clases populares que compraron sin chistar el discurso del miedo. Así oímos a diario conversaciones en bares, mercados y oficinas, en las cuales se explican como los inmigrantes les quitan sus puestos de trabajo, les roban las carteras en las calles y encima las ayudas oficiales siempre siempre van a parar a sus bolsillos.

Aquí me gustaría romper una lanza a favor de la gente que trabaja desde los ayuntamientos (municipios) en los servicios sociales. Más allá de las carencias presupuestarias endémicas que padecen, sean del color político que sean los gobiernos municipales, la mayoría de los trabajadores sociales se preocupan en repartir lo poco de que disponen entre los menos favorecidos y, como podrán imaginarse, los que más lo necesitan son las personas que acaban de llegar con una mano atrás y otra adelante pues muchas veces no tienen otra manera de conseguir las cosas básicas para subsistir.

Así las cosas, a este noble gerundense se le inflaron las pelotas (con perdón) de tanto sentir tonterías y se nos descolgó con esta magna propuesta que, por supuesto, todavía no encontró a nadie dispuesto a recoger el guante. Esperemos por su bien y por el bien de su cuenta corriente que el tiempo le de la razón y los pregoneros del miedo no puedan saquearle sus ahorros y obligarlo a recurrir a ayuda social alguna. Por el bien de todos.

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