lunes, 14 de abril de 2008

77º Aniversario de la República Española


El 14 de abril de 1931, España proclamó la II República Española que encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que sí mismo, y reunió a los españoles que aspiraban a un porvenir de democracia y de modernidad, de libertad y de justicia, de educación y de progreso, de igualdad y de derechos universales para todos sus conciudadanos. Pese a la brevedad de su vida, la II República desarrolló en múltiples campos de la vida pública una labor ingente, que asombró al mundo y situó a España en la vanguardia social y cultural. Entre sus logros, bastaría citar la eliminación de los títulos de nobleza, la reforma agraria, el sufragio femenino, reconocimiento de los derecho a la identidad, a la niñez, la división de poderes, la asistencia sanitaria pública, y sin olvidar el principio de laicidad del Estado o las medidas legales como el matrimonio civil o el divorcio, las constantes y modernísimas iniciativas destinadas a difundir la educación básica, el decidido impulso de la investigación científica o el florecimiento ejemplar de la asistencia sanitaria pública, para demostrar que aquel bello propósito generó bellísimas realidades, que habrían sido capaces de cambiar la vida de un pueblo condenado a la pobreza, la sumisión y la ignorancia por los mismos poderes -los grandes propietarios, la facción más reaccionaria del Ejército y la Iglesia Católica- que se apresuraron a mutilarlo de toda esperanza.

La República fomentó el auge de la cultura española en todos los terrenos de la creación artística y de la investigación científica, el debate intelectual y la vida universitaria, hasta el punto de que su nombre y su destino estarán unidos para siempre a la memoria del máximo esplendor cultural del que ha gozado España en la era moderna.

La República duró poco tiempo, desde el 14 de abril de 1931 hasta el año 1939, en que triunfó la fuerza bruta de los rifles durante aquel Alzamiento Nacional impulsado por el movimiento fascista de la mano de Franco. España nunca tuvo el mismo color. Nació de la esperanza y se fraguó en la más estricta legalidad como demostraron las urnas, no como aquel golpe de estado que propició la última guerra civil, preludio de cuarenta años de dictadura eclesiástica y política.


Volverán los alegres ciudadanos
con sus urnas los reyes a expulsar,
y otra vez con un sobre en sus cristales
venciendo votarán.

Pero aquellos que al fuego refrendaran
su bravura, hasta la vida entregar,
aquellos que aprendieron nuestros cantos,
ésos... ¡no volverán!

Volverá la valiente clase obrera
de su cárcel las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más osada
sus cadenas romperá.

Pero aquellos alejados en navío,
cuyos rostros mirábamos temblar,
y partir como lágrimas del día...
ésos... ¡no volverán!

Volverán con valor en los escaños
las palabras serenas a triunfar,
el corazón de su profundo sueño
seguro, despertará.

Pero firme y altivo y coronado,
como se adora a un rey ante su altar,
como con tus padres hemos sufrido...,
desengáñate, ¡aquí no reinarás!

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