Atrás quedaron el desierto y no se cuantos meses.Ya estamos a las puertas. Tenemos las escaleras hechas de retazos de arbustos. Esta noche lo intentaremos, no queda otra. Intentaremos sorprenderlos aunque es muy difícil, siempre tienen los ojos puesto en el monte desnudo que nos cubre. No importa, no llegamos hasta aquí para dudar. Habrá que comerse el miedo y correr como nunca, trepar tan rápido como sea posible y confiar que las pelotas de goma no te acierten. Usan esas pelotas porque no tienen otras, tan cómodos en sus patrullas, en sus salas,en su desprecio, en su ignorancia.
Todavía queda ese poco de valla mas baja, la mitad que el resto de alambrada, pero aun así es alta y tienen el mismo alambre de espino que te desgarra. No se cuando entenderemos que las murallas se levantan para que otros las derriben. Y a eso venimos. Ya tengo el pellejo curtido, los ojos casi inútiles, un hambre que ya no recuerdo cuando comenzó y un deseo que todavía rige mi mente. Un objetivo. Entrar, sea como sea.
No quieren que entremos en su paraíso pero este infierno nos expulsa sin remedio. Si alguien de allí dentro conociera mi barrio tal vez me entendería, pero solo lo han visto en las noticias, unas imágenes mas como otras, unas vidas tan lejos de las suyas. La humillación cotidiana, la miseria, solo aire entre las manos. ¿Como no arriesgarse?
Tenemos dos opciones, entramos o morimos. Ninguna de las dos es peor que quedarse. Pero habrá que estar ágil, la noche es oscura pero somos muchos, no tardaran en vernos, seguro que muchos no lo consiguen pero yo no estaré entre ellos, soné demasiadas veces con el futuro, futuro de negro en barrio de blancos, pero no me importa, algún día podre ayudar a mis hermanos, podre casarme, tener hijos sanos y fuertes, orgullosos de su padre que no parara hasta conseguirlo, que sabe que hay que hacer, con quien hablar en Melilla para llegar a Almeria o Barcelona, donde sea que me pueda colocar en un trabajo mas negro que yo. Pero antes tengo que trepar esa valla, la que separa la vida y la muerte, la vida de mis hijos por venir o la muerte de su padre inconcluso.
Son las tres, buena hora para el asalto. Estuvimos organizándonos pero somos demasiados, esto va a ser un caos. Los guardias son pocos pero bien cargados de armas y malaleche, pobres los que caigan en sus manos. Los que pasemos nos perderemos en las calles de la ciudad, sangrantes y en harapos, ropa y piel quedaran enredadas en las púas, pero felices de renacer en otra vida de esclavo pero con dos monedas en los bolsillos que nos pagara alguien que desprecia nuestro color, nuestra cultura y hasta nuestro olor. Hoy somos los esclavos que nos arrastramos hasta nuestros dueños que aun nos necesitan para seguir siendo amos. Y nos va la vida en ello. Como siempre.
A la memoria de AYUKABANG JOSEPH ABUNAW y a la de todos los que dejan sus vidas en las puertas de sus sueños.
A la memoria de AYUKABANG JOSEPH ABUNAW y a la de todos los que dejan sus vidas en las puertas de sus sueños.
3 comentarios:
o la vida o la libertad, es la disyuntiva misma del esclavo, triste.
un gusto como siempre cholo
beso
(el suprimido es mío, me faltó una coma que cambiaba el sentido
La libertad y la muerte se cogen de la mano del que lo intentó y no llegó.Triste.
Gracias,tercera persona del singular femenino.Besos.
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