"Games without frontiers
World without tears"
Peter Gabriel
Hasta ahora pensaba que, en las fronteras, las balas eran las únicas que bailaban, y bailan, su danza macabra de muerte. Pero hay otras danzas que bailan los humanos y, a veces, alguno se ve obligado a ejecutarla en controles aeroportuarios.
Abderrahim Jackson es bailarín de la Alvin Ailey Company, prestigiosa compañía de danza estadounidense, recientemente contratados para actuar en suelo israelí. Al llegar al aeropuerto Ben Gurión, en Tel Aviv, se encontraron con un inconveniente inesperado. Mientras la mayoría de los miembros de la compañía pasaban los controles aduaneros sin mayores trámites, a Abderrahim lo separan del grupo y se lo llevan a la sala de interrogación del mismo aeropuerto. ¿El motivo? Su nombre de pila.
El padre de Abderrahim, convertido al Islam, bautizó a su hijo con este nombre musulmán sin pensar los inconvenientes con los que tendría que lidiar en un futuro su danzarín hijo.
A pesar de contar con toda la documentación, los permisos en regla y el soporte de sus compañeros de escena, incluida su novia, hija de madre judía y con familia en Israel, al pobre Abderrahim se lo llevaron igualmente detenido y lo interrogaron durante una hora hasta que se vio obligado a bailar, delante de los celosos policías hebreos, para demostrar que se gana la vida como artista y no como terrorista.
El buen bailarín ya debe estar acostumbrándose a estas situaciones pues no es la primera vez que le sucede. Hace dos años regresaba a su país tras unas vacaciones en centroamérica y en el aeropuerto de New York le ocurrió lo mismo que en el de Israel. Allí también fue obligado a bailar frente a los vigilantes de occidente.
Esperemos que ésta nueva forma de identificación no sea requisito indispensable a presentar en las aduanas junto con el pasaporte en regla, porque, dependiendo de nuestros oficios, a algunos se nos haría imposible identificarnos fehacientemente delante de la autoridad. Imaginemos a un neurocirujano marroquí intentando convencer a los funcionarios aduaneros del aeropuerto de Madrid sobre su capacidad profesional. Sin duda lo tendría crudo el hombre ya que no encontraría muchos cerebros en esas dependencias. O a una Psicóloga porteña obligada a hacer terapia a toda la tripulación de Buquebus, cada vez que se quiera desplazar al Uruguay. ¿Cómo se acreditarían un físico nuclear o un panadero?
Éste caso, el de Abderrahim Jackson, es más ridículo que grave, sobre todo si lo comparamos con todo lo que pasa en el mundo, pero creo que muestra hasta qué punto de paranoia somos capaces de llegar, hasta qué punto nos ponemos un grupo determinado de gente por delante de los demás, por encima de los otros, esos a los que nos enseñan a temer.
3 comentarios:
Bueno esa es la psicosis del mundo después de que se inauguro la lucha contra el terrorismo, tenemos un mundo más inseguro, y lastimosamente eso denota, en cada país y en cada aduana, lo que dice Eduardo Galeano en su escrito: el miedo global.
El mundo está aún temeroso, aunque sea de un simple nombre.
Saludos
Nota : Ha bailar se ha dicho.
abderrahim fue objeto de la pura discriminación más que del miedo.
me animo a decir que en todos los países se ejerce contra extranjeros y contra alguna minoría aún dentro de sus fronteras. por religión, por política, por etnia, por orientación sexual, por edad, por rango social, por nacionalidad, por enfermedad.
cholo, más allá de lo sucedido con este buen hombre víctima de xenofobia y racismo, tu post me divirtió mucho.
beso!
Me los imagino pidiéndole que demuestre sus habilidades a un actor porno...
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