sábado, 14 de marzo de 2009

LOS MUTANTES


Los mutantes no son tan feos como los pintan. No tienen cinco ojos ni tres brazos derechos ni la piel verde. Viven en la oscuridad de las cloacas de la ciudad. No temen a las ratas y saben bien que no existen los lagartos que bajan , abandonados, desde los baños. Ellos, las ratas y las cucarachas, nada más se mueve allí. Como viven en la oscuridad no conocen de espejos, por eso cuando alguno sube a la superficie queda encandilado con su reflejo y se da cuenta que es igual a los demás, un poco más oscuro tal vez, pero mucho más hermoso de como se pensaba. Los delatan, eso sí, esos hilos de baba que escapan espesos de sus labios y un brillo metálico en los ojos, mirada escalpelo, que nosotros llamamos odio pero ellos, si supieran hablar como nosotros, dirían miedo. Porque los mutantes nunca aprendieron a hablar como nosotros, nadie bajó a enseñarles, ellos hablan a través del silencio o del puro grito. Y así, aislados, siempre pierden. Allá abajo son legión. Deambulan por las tinieblas chocando unos contra otros como zombis, pero no lo son, no están muertos aunque eso no sea vida. Cada vez son más, se reproducen a un ritmo atronador, al ritmo de la codicia. Caminan y esperan, esperan el momento se subir a la superficie, de salir por las bocacalles y los inodoros, de perfumar la aterrorizada ciudad con su hedor (que es nuestro hedor) como bandea, de arrasar las calles comerciales y los barrios especiales, dejando un incendio en cada esquina quemando parquet lustrado, asando las carnes que más les gustan (hoy un gerente, mañana un uniformado...), y mojándose, al final, sus patas en la fuente de nuestra sangre. Pena de vidas, muertes de pena.

1 comentario:

Rob Rufino dijo...

Lo que más me incomoda, es que muchos mutantes, cuando salen a la superficie en vez de pedirte te dan una mano... E incluso te balbucean algún chiste picarezco, de esos doble sentido, y se sienten bien retribuidos si les devolvés una sonrisa.

No se quienes son más mutantes... si ellos o nosotros.