A los 111 años de vida, ha muerto uno de los últimos veteranos de la primer guerra mundial.
Su nombre Harry Patch, este gran hombre, que desde sus inicios se opuso a la guerra, a mando de una ametralladora, hizo un pacto con sus compañeros de armas, jamás disparar a matar. Y lo consiguió. Nunca mató un soldado a pesar de haber pasado cuatro meses al frente, lo lograba apuntando su ametralladora a los pies. Herido en 1917 en la ingle por un proyectil alemán que mató a tres de sus cuatro compañeros de ametralladora, pasó el resto de la guerra en un hospital de la isla de Whigh.
Sólo se sumó a los recordatorios de la guerra cuando ya había cumplido más de 90 años, para recordar el horror de la guerra a la que calificó como “crimen organizado”, en dicha ocasión expresó: "la guerra no vale una vida".
De carácter solidario, en la Segunda Guerra, se anotó en bomberos voluntarios para apagar los fuegos que causaban los bombardeos alemanes.
De profesión plomero, ya en sus últimos años de vida, en julio de 2007, Patch regresó en silla de ruedas al lugar de la batalla de Passchendaele en la que había participado noventa años antes. El nombre de la aldea de Flandes es sinónimo de uno de los más encarnizados combates de la guerra. Sólo allí murieron cientos de miles de hombres de los dos lados del conflicto.
Durante su visita, rindió homenaje no sólo a sus compañeros, a varios de los cuales vio morir muy cerca de él, sino también a los soldados alemanes.
Al ver la larga hilera de lápidas dijo con voz apagada pero clara: "¿por qué tuvieron que morir?"
2 comentarios:
Seguramente el soldado alemasçn que disparó el proyectil que lo hirió en la ingle era productor agropecuario.
No esperaba otro comentario de ud. Monsanto.
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