Hoy el post lo hace Marcela Isaías, editora del suplemento Educación del diario La Capital de Rosario.
“Al menos sabe de educación, qué es una escuela, habla como nosotras”. Ese era uno de los comentarios más escuchados de parte de los docentes cada vez que se referían a las ex ministras de Educación provincial María Rosa Stanoevich y Adriana Cantero. También, hay que decirlo, nunca dejaron de demostrarles sus desacuerdos por la tenacidad que ponían en aplicar la cuestionada ley federal de educación.
Esa “virtud”, podríamos llamarla así, que los maestros veían en las ex funcionarias no eran poca cosa si se recuerda que en la provincia de Santa Fe hubo ministros que, por ejemplo, preferían llamar a las escuelas “unidades de gestión”.
Ese es el “bien recordado” ingeniero Fernando Bondesío, el preferido del ex gobernador Carlos Reutemann, para quien la escuela era algo así como una empresa que había que saber manejar. No fue extraño que le gustara llamarse “gerente” y que entre otras medidas hubiese impuesto un feroz presentismo.
Ya acostumbrados a escuchar barbaridades de boca de quienes dirigían la educación santafesina, los maestros no se sorprendieron cuando Daniel Germano asumió la cartera educativa y propuso crear los días sábados “comedores con contenidos educativos”. Aunque al contador sí hay que reconocerle la virtud de haber introducido el debate sobre la necesidad de transparentar la administración del sistema educativo.
Otro caso curioso fue el del bioquímico o farmacéutico (para el caso da igual) Alejandro Rébola, quien muy orgulloso se mostró en una foto periodística hablando por el teléfono que le acababa de habilitar a una escuela que por años lo reclamó. Todo un logro de su gestión.
Y sí, es entendible entonces que cuando las directivas, supervisoras o maestras de cualquier rango hablaban con Stanoevich o Cantero reconocieran un mismo código de comunicación al referirse al interior de una escuela. Claro que lo discutible es qué se hizo después con eso.
No es de extrañar entonces que la nueva gestión que ahora está al frente de la Educación provincial lleve la delantera en materia de discurso y cómo se muestra a los ojos de los educadores: habla de diálogo, de convivencia, invita a preguntarse qué significa educar y hasta subraya que la educación es una política de Estado. Algo así como el canto de la sirena a los oídos de los docentes que por años escucharon disparates tras disparates.
Si bien es mucho lo que se ha hecho en estos dos años (titularizaciones que significan estabilidad, creación de paritarias y llamados a concursos postergados por años, entre otros) es un error muy serio de cálculo creer que los docentes van a resignar su derecho a ganar bien y menos a pensar que los avances en materia laboral son concesiones o bienes canjeables.
Entonces, el paro de hoy no es porque sí, ni debería sorprender a nadie.
En principio bastaría con que se cumpla con la promesa de discutir en mesa de paritarias la cuestión salarial dos veces al año. “Vamos a pensar en una paritaria para diciembre-enero, que fije a partir del presupuesto de crecimiento económico y del presupuesto de inflación un monto salarial. Y luego, a partir de junio-julio, establecer una nueva paritaria que permita estudiar el comportamiento de esa presunción que se había hecho”, prometió Hermes Binner el 1º de septiembre de 2008 (ver noticias www.santafe.gov.ar).
Por otra parte, sería coherente que la defensa del valor de la profesión de enseñar se patentice en que los educadores se diferenciaran en materia salarial de otros sectores públicos del Estado. De eso se trata también privilegiar el trabajo docente.
Y, por último, si las arcas de la provincia no alcanzan porque están en déficit, como expresaron los principales referentes del gobierno en la mesa de paritarias, tampoco estaría nada mal avanzar con la misma decisión con que se niega un paupérrimo aumento de salarios en una profunda reforma tributaria que haga que, de una vez por todas, los que más tienen más paguen.
¿O el llanto codicioso de los patrones del campo, que viven entre otras cosas del trabajo infantil negándoles educación a cientos de chicos, pesa más que el de un maestro que defiende un derecho humano como es el de la educación?
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