domingo, 3 de agosto de 2008

La ruta de la integración regional

Muy a menudo, cuando no generalmente, se ha procedido a utilizar de modo indistinto las vocablos de integración y de cooperación internacional. Antes de definir los mismos decimos que la cooperación es el paso previo a la integración, aunque posteriormente esta no se concrete.
La hipótesis del presente trabajo es que, en el marco de América latina, la integración regional debe constituirse, definitivamente y a pesar de los fallidos intentos, en la herramienta de inserción de la región en el sistema internacional.
Se entiende por cooperación internacional entre Estados a los lineamientos y principios que caracterizan la relación entre dos o más países, acordando un objetivo común, como por ejemplo, la investigación conjunta entre varios países en la exploración de hidrocarburos.
Cuando la cooperación se profundiza, se podría estar transitando hacia una nueva fase, la integración, que está representada por el conjunto de medidas tendientes a suprimir algunas formas de discriminación, es decir, las barreras al libre comercio.
Cuando hablamos de los intentos fallidos de la integración regional, entendemos que una de las causas principales reside en el perfil adquirido hasta el momento por estas experiencias, es decir, un perfil económico-comercial, representado por el Mercosur de los años 90, que distó bastante de su concepción inicial cuando se firmó el Picab entre Alfonsín y Sarney.
De igual modo, y a efectos de caracterizar los vaivenes en la actuación de los Estados hermanos podemos apreciar a Lula empeñado en posicionar a Brasil en los organismos internacionales de legitimación de la acción colectiva (ONU) como en los de decisión económica (Foro de Davos); a Chávez, como la contraparte de la corrección política brasileña; a Tabaré, con aguas mas aquietadas por la protesta argentina por las pasteras; y a Bachelet, con el conflicto social in crescendo al tiempo de la tasa de desempleo en el "modelo más exitoso de América Latina", a Morales con la convocatoria a plesbicito revocatorio, a Uribe y Correa tensos por las relaciones limítrofes y a Alan García como anfitrión de la reciente cumbre Mercosur-UE y reincidiendo con la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (Apec).
Por lo tanto, resulta esencial complementar una conceptualización, a nuestro juicio resulta parcial, que sólo consideraría la dimensión económico-comercial como integración y en cuyo caso estaríamos hablando de desarancelamiento.
Entendemos a la Integración como el proceso multidimensional y dinámico de relación entre dos o más Estados, fundamentado en lo económico-comercial, lo político, lo sociocultural, etcétera.
El desarrollo, la pobreza, el desempleo y el endeudamiento en América latina no están contemplados en los acuerdos de desarancelización, que promueven exclusivamente la libertad comercial.
Y una de las consecuencias más directas de la desarancelización es la potenciación de las asimetrías, como sucedió durante los años 90.
Ahora bien, ¿es viable integrar una región con asimetrías estructurales como las existentes en América latina?
Sin dudar, es una tarea ardua y dificultosa, pero es el camino hacia una verdadera y sustentable inserción en el sistema internacional. Las asimetrías en la región tendrían varios puntos a considerar: resultaron de la génesis y posterior desarrollo del sistema capitalista, generaron Estados con diversas realidades y capacidades, y promovieron, a la vez, nuevas asimetrías dentro de los Estados.
La base material
Las asimetrías hacia adentro de la región, pueden ser corregidas por medio de la integración, morigeradas mediante las instituciones financieras comprometidas con el desarrollo regional, como el BID, la Corporación Andina de Fomento y el nuevo Banco del Sur.
La base material de la integración puede constituirse a partir de la coordinación de los programas de financiamiento de las instituciones existentes y las nuevas, en una suerte de división por áreas temáticas, convergiendo todos en el objetivo excluyente.
La pregunta a responder es la siguiente: ¿Cuál es el valor agregado de pensar e implementar el camino de la integración regional en el actual contexto de globalización?
Permitiría consolidar el crecimiento económico experimentado en los últimos años, orientándolo hacia el desarrollo, como concepto integral de las sociedades modernas, tendiendo a superar las asimetrías existentes. Además, generaría un espacio de mayor autonomía, con perspectivas de toma de decisiones propias, conformando una nueva unidad supranacional.
Pero, ¿es posible pensar en una verdadera integración en América latina, de la mano del Mercosur, Aladi, CAN o la recientemente constituida Unasur? Habría al menos tres consideraciones previas, para concretar la misma:
Que Estados Unidos manifieste claramente su ponderación hacia la región: ¿permitirá que se profundicen los caminos de integración o potenciará el Alca, a través de los acuerdos bilaterales,?
Que la integración resulte de la firme decisión política de guiar a la región hacia el desarrollo, la autonomía y a la consideración mundial.
Que el sector público, articulado con el sector privado y con la sociedad civil, se constituyan en los traccionadores de la inserción y reposicionamiento internacional.
Es posible pensar en una verdadera integración en América latina, siempre que se supere la dificultad inicial, como la constituye la oscilante voluntad integracionista.

Claudio Tomas
Licenciado en Ciencia Política

http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2008/08/03/noticia_5410.html

No hay comentarios: