miércoles, 19 de noviembre de 2008

El Defensor que quiere ser Fiscal


Por Demetrio Iramain.
El Defensor Oficial ante los Tribunales Orales en lo Criminal, Doctor Hilario Lagos, pidió el procesamiento del Secretario General de los judiciales, Julio Piumato, por “falso testimonio agravado”, delito cuya pena contempla hasta diez años de prisión. El funcionario del Ministerio Público de la Defensa le imputa al líder gremial haberse disparado él mismo en los testículos durante la represión que el gobierno de Fernando de la Rúa ordenó sobre la movilización que en la madrugada de 19 abril de 2000 protestaba contra la sanción en Senadores de la Ley Banelco , como se llamó popularmente a la Ley de Flexibilización laboral, ilegítima en todas sus aspectos.
En aquella marcha fueron golpeados salvajemente decenas de trabajadores de organizaciones sindicales y también sus dirigentes, entre ellos, Piumato, quien luego responsabilizó penalmente a la Policía Federal por el balazo de arma de fuego que sufrió en su cuerpo. El disparo policial que le entró por sus partes pudendas, tranquilamente podría haberlo dejado sin vida o lisiado para siempre.
Durante el juicio a once uniformados, el doctor Lagos actuó en defensa de la Policía Federal, a quien Piumato acusó por la salvaje agresión. No contento con la impunidad lograda para sus clientes, el funcionario judicial, cuya tarea debiera encaminarse en la defensa de los sectores sociales más postergados toda vez que son judicializados, en la mayoría de los casos como consecuencia de su condición de extrema vulnerabilidad, pretende ahora avanzar sobre el dirigente cegetista, deslegitimándolo ante la opinión pública en general y ante los trabajadores judiciales en particular, en un momento por demás singular de la vida gremial y política del país.
¿Quién sincroniza el fallo que desregula la actividad sindical, en la peor tradición neoliberal y de libremercadismo, y la insólita presentación de Hilario Lagos? ¿Dóndese cruzan las coordenadas estatización de la jubilación privada, crisis financiera internacional, despidos preventivos por parte de los empresarios super rentables durante el ciclo de expansión económica argentina, uso capitalista de la crisis, y la denuncia por el tiro a propósito que se habría disparado Piumato? ¿No llama la atención, acaso, que los policías que golpearon y dispararon aquella noche a trabajadores hayan resultado absueltos; que los funcionarios del Gobierno nacional de aquel entonces que pagaron coimas no hayan tenido castigo; que los senadores que las cobraron conserven su buen nombre y honor para nuestra Justicia, y en cambio el ahora denunciado, el único señalado por lo que pasó aquella noche tan nefasta para la historia de nuestra clase trabajadora, sea Julio Juan Piumato?
¿Qué se quiere cobrar la corporación judicial con la denuncia de Lagos? ¿Tal vez que Julio Piumato haya sido el dirigente gremial que más fundamentos aportó en la crítica al reciente dictamen de la Corte Suprema sobre un inciso de un artículo de la Ley de Asociación Profesionales? Tal vez. ¿Que Piumato conozca con detalle el doble discurso de la Corte , que cita los tratados internacionales en lo general, pero no los aplica en su particular concreto, que son los trabajadores judiciales, quizás? Quizás. ¿Que sea Piumato quien marque con resaltador amarillo, para que todos los vean y nadie nunca más se olvide, que la Corte Suprema de los derechos humanos, la renovada Corte “independiente” y “librepensadora”, la Corte que publica sus fallos en Internet, cita jurisprudencia de una dictadura militar para fundamentar sus sentencias de la democracia? ¿Eso?
Lo cierto es que la denuncia de Lagos coincide con precisión de relojero con la ola de opinadores que, en nombre de la libertad sindical y la democracia de base, navega en un único sentido el revuelto mar mediático: desacreditar a las organizaciones de trabajadores, haciendo foco en sus dirigentes, especialmente los más combativos y lúcidos.
Pero los dirigentes más combativos y lúcidos son precisamente eso, y tienen memoria y criterio. Piumato seguramente habrá de acordarse de que en junio de 2003, recién asumido Néstor Kirchner su cargo de Presidente de la Nación , el Doctor Hilario Lagos también ocupó algunos pocos centímetros en los diarios nacionales. Fue cuando dirigió una carta a la Asociación de Magistrados en la que sobreactuó la “vergüenza” que decía sentir ante la Corte Suprema del menemismo, ya en franca retirada. Con evidente oportunismo, previendo cuál sería el seguro final de aquella oscura y deshonrosa Corte, Lagos se sumó al humor social que repudiaba a los cortesanos y se anotó en la cola de los que pedían el fin de Nazareno y Cía. Ante una Corte tan desprestigiada, vapuleada en los recintos oficiales donde se tramitaban los Juicios Políticos contra sus miembros más vergonzantes, hasta nuestro “valiente” Lagos se animó a darle una patada cuando la legitimidad del máximo tribunal yacía en el piso.
Claro, el Defensor Oficial no corría riesgo alguno con su carta pública. El asiduo remitente de la sección Carta de Lectores del diario La Nación , cuestionó la defensa corporativa que la Asociación de Magistrados hizo de aquella Corte y se apartó a tiempo, provisoriamente, de la sociedad de Jueces y Funcionarios para evitar ser arrastrado él también por el desprecio popular a los cortesanos menemistas, extensivo a todos los funcionarios judiciales, que sentían temor de usar sus chapas blancas en sus vehículos particulares y ser descubiertos en el tránsito de la calle, mezclados al rumor de la ciudad.
¿Cuál será, ahora, el sentido de la oportunidad del Doctor Lagos? ¿Estará previendo que el país asiste al fin de las organizaciones gremiales de trabajadores? ¿Que el sindicalismo está en crisis terminal? ¿Que la clase obrera se acabó? ¿Que los trabajadores, como asegura el pensamiento hegemónico del Poder Judicial, recurrente en su elitismo y sus concepciones oligarcas, se han vuelto posmodernos, críticos cde la política, dóciles, y que sus dirigentes aran en el agua y cosechan en el desierto? ¿Será por eso que se suma a esta grosera operación de prensa? ¿Qué es sino una operación mediática, una información con opinión, una desnaturalización de la verdad informativa, una manipulación comunicacional el título catástrofe del matutino Clarín: “Acusan a Piumato de dispararse y de fraguar un atentado en 2000” ? “Fraguar un atentado”, “La crisis se cobró otras dos muertes”, la culpa la tienen los desaparecidos por haber desafiado al poder: el Grupo Clarín…
Mucho se estaría equivocando el Doctor Hilario Lagos si así especulara. Pobres los pobres que, una vez procesados, tienen la desgracia de ser asistidos por un mediático Defensor que quiere ser Fiscal.
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16 comentarios:

Mariano T. dijo...

Ahora me doy cuenta de porque tiene voz finita!!

Anónimo dijo...

sr mariano que malo que es...bah es ud...Vos sos el que pedís justicia para los agrogarcas

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Que complicado es todo lo judicial en Argentina, en Costa rica a veces parece que estamos algo complicados pero por allá la cosa es bien ruda.
Saludos

Anónimo dijo...

Hizo una denuncia el Día de la Militancia, el lunes siguiente al día del Empleado Judicial, la Fiscal a cargo de la instrucción debiera ordenar un examén médico sobre Lagos.

Anónimo dijo...

Es lamentable lo inescrupuloso de la dirigencia Argentina, este sindicalista estima que las acciones populares, los actos políticos alcanzan para borrar elementos probatorios de una causa penal, pues no solo se equivoca, si cree que esto puede terminar en manos de un juez amigo suyo. No subestime a la justicia, todo no termina en Argentina. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, son la última instancia en América, esto no es ideología, es Hacer Justicia, con igualdad ante la ley, no olvidar que el éxito de muchos se mide en pobres, presos y muertos. Un defensor como el Dr. Hilario Lagos, tiene la autoridad moral de sacar a la luz lo que muchos Fiscales ocultan, aquí las victimas son todos los judiciales, y por efecto colateral la sociedad en su conjunto.

Christian Mutuverria

Mutuverria Corp dijo...

Cuando uno se equivoca, debe dar la cara.

Sr. Piumato ruego me disculpe por mis torpezas, lo confronte por creer en la falsa moralidad de quien parecía una amigo.

Creí en quien me defraudo en todos los ordenes de la vida...

Reitero mis disculpas por mi exabrupto a su persona..

Lo saludo cordialmente

Christian Mutuverria

Anónimo dijo...

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