domingo, 29 de marzo de 2009

PIEL DE DESIERTO Y MAR


Son huellas en la arena que el viento y las hienas intentan borrar. Habitarán por siempre el desierto previniendo a otros viajeros que nunca los escucharán. Caminan el silencio, vagan el olvido, deambulan en círculos atravesando médanos que siempre son los mismos aunque ninguno es igual. Y se escapan de nosotros como almas entre las manos para volver a esa tierra que nunca los sostendrá.

Son estelas en el mar, son la espuma y son la sal. Los sordos sonar no los pueden escuchar, sus gemidos se pierden entre las olas y el coral. Fluyen entre las burbujas de los que fueron y los que vendrán, vuelven flotando a sus costas y en el aire se vuelven a ahogar. Cuentan sus secretos a los atunes porque estos no los recordarán, solo saben de piel negra que devorarán.

En estos confines de horizonte irregular, de lineas curvas que unen la arena y la sal, de piel de desierto y mar, de barco inmóvil y duna veloz, de memoria perdida que se niega a olvidar, en este lugar que es oscuridad y dolor, ya no amanece, solo sale el sol.


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