El ex obispo emérito de Morón tenía entre sus particularidades ser uno de los procesados en las causas contra el Terrorismo de Estado por haber dado falso testimonio en la desaparición del obispo de San Nicolás, Ponce de León.
Su protegido, Julio César Grassi todavía debe cumplir su cárcel efectiva por abuso reiterados a menores, caso en el que demostró su gran cintura política ya que al comienzo del juicio pidiendo que no se juzgue apresuradamente al abusador, y al final del juicio dijo haberse sentido amenazado por el perverso cura.
Decía Verbistky en Página 12: Laguna se amparó en la prerrogativa eclesiástica de declarar por escrito, pese a que como obispo jubilado sin ninguna función en la estructura de gobierno de la Iglesia Católica, no le correspondía. Es el mismo privilegio que invoca ahora Bergoglio. A Laguna la ventaja se le volvió en contra, porque hizo más inverosímil que se hubiera confundido las fechas. Ante cada pregunta del fiscal o el juez sobre la correspondencia, el testamento, el portafolios, las homilías y los bienes de Ponce de León, dijo que no sabía nada, porque había llegado a San Nicolás un año después de su muerte. El mismo pretexto alegó para justificar su desconocimiento de las amenazas sufridas por Ponce de León antes de su asesinato. También se indignó de que pudiera sospecharse de él porque dijo haber sido miembro fundador del CELS. La camarista Liliana Arribillaga destacó que Laguna había rectificado la fecha de su desempeño como administrador apostólico, pero ratificado el resto de sus afirmaciones, que se basaban en ese hecho falso. El presunto “error” en la fecha sólo puede entenderse como “encaminado a permitir negar o callar la verdad de algunos hechos o circunstancias”, en forma contradictoria con el resto de las pruebas obtenidas en el expediente Ponce de León. Según Laguna nadie le habló nunca de otra cosa que un accidente producido por la niebla. Sin embargo, el presbítero José Káraman declaró que varios sacerdotes informaron a Laguna de la tirante relación que enfrentó a Ponce de León con los jefes militares de la zona y de las amenazas que recibió. Káraman mencionó otros episodios llamativos: que el Obispado no hiciera ningún juicio por la muerte de su titular, que la compañía aseguradora aceptara pagar el siniestro de auto sin investigarlo, que mientras Ponce de León agonizaba en “la Clínica San Nicolás fue rodeada en forma permanente de milicos” y lo mismo ocurrió después de su muerte durante el velorio en la Catedral. Agregó que Laguna vino a borrar la huella de Ponce de León, de quien ni quería que sus presbíteros hablaran. Otros cinco sacerdotes lo confirmaron: Carlos Antonio Pérez Carignano, Vicario General de San Nicolás, dijo que Laguna “sabía perfectamente bien el clima de hostigamiento hacia la diócesis y Ponce de León”; Marcelo Domenech agregó que Laguna sabía todo pero no quiso actuar, porque fue “una especie de inspector”; Marcelo Lisandro Sbaffo sostuvo que durante la gestión de Laguna se perdieron meses preciosos para investigar lo que todos creían que era un asesinato, similar al cometido en La Rioja contra el obispo Enrique Angelelli. Dijo que Ponce de León “era un obispo que estaba amenazado y fue uno de los pocos que defendió a muerte a sus sacerdotes frente al poder militar”, ya que de otro modo también ellos hubieran sido asesinados.
A nadie se le desea la muerte, hubiese preferido prisión efectiva.
5 comentarios:
La última frase es de antología.
tuvo suerte, se murió antes de que pudiera ser juzgado... a veces uno se queda con als ganas de ver que estas lacras no reciban su castigo!
Si la religión de la era pastor fuera algo más que ilusiones,si hubiera un más allá con premios y castigos fuera una realidad, hoy está ardiendo en los infiernos
Se escapó este miserable, zafó de contar lo que sabia y de rendir cuentas ante todos nosotros...
Hasta de esta manera sigue protegiendo genocidas. Una lástima.
¿que pasará con los $7.000 que cobraba de "jubilación" (¿habrá aportado alguna vez?) ¿volverán al Anses?
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